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Fred R. Coulter

Ministro

Febrero 15, 2024

 

Queridos hermanos,

         

          Nos hemos mantenido al tanto de muchas cosas que suceden en el mundo, pero lo más importante en lo que debemos mantener nuestra mente es esto: el plan de Dios avanza y todas las profecías sobre los tiempos del fin se están cumpliendo. Dios ha revelado estas cosas en la Biblia, que ni siquiera el profeta Daniel pudo entender: “Y oí, pero no entendí. Entonces dije, “Oh mi señor, ¿Cuál será el fin de estas cosas?” Y él dijo, “Sigue tu camino, Daniel, porque las palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán purificados, y emblanquecidos, y refinados. Pero el malvado hará malvadamente; y ninguno de los malvados entenderá, pero el sabio entenderá” (Daniel 12:8-10).

          Ésta es la condición del mundo—pero no se dan cuenta porque Satanás ha cegado sus mentes (Apocalipsis 12:9). Pero Dios ha prometido que los sabios entenderían. ¿Cómo es eso posible?

          Dios logra esto porque nos revela Su plan a través de Su Sábado y días santos—pero sólo si los guardamos. Jesús llamó al plan de Dios los “misterios del reino de Dios”. El mundo no puede entender estos misterios—especialmente el así llamado mundo “cristiano”, porque realmente no creen ni obedecen a Dios como deberían. Su ceguera también resulta de su insistencia en guardar el domingo y los días festivos paganos. Si bien pueden profesar algunos principios bíblicos, se niegan a guardar el Sábado santo de Dios y Sus días santos, que son Sábados anuales.

          Por otro lado, este conocimiento ha sido dado graciablemente a los verdaderos cristianos—los pocos, los dispersos, los fieles en Cristo. Jesús dijo a Sus discípulos: “Porque ha sido dado a ustedes el saber los misterios del reino del cielo, pero esto no ha sido dado a ellos. Porque quienquiera que tenga entendimiento, a él más será dado, y tendrá abundancia; pero quienquiera que no tenga entendimiento, incluso lo que tiene le será quitado.

          “Por esta razón les hablo a ellos en parábolas, porque viendo, ellos no ven; y oyendo, ellos no oyen; ni entienden. Y en ellos es cumplida la profecía de Isaías, la cual dice, ‘Oyendo ustedes oirán y en ninguna forma entenderán y viendo verán, y en ninguna forma percibirán; porque el corazón de esta gente se ha engordado [a causa del pecado], y sus oídos son sordos para oír, y sus ojos han cerrado; no sea que ellos vean con sus ojos, y oigan con sus oídos, y entiendan con sus corazones, y sean convertidos, y Yo los sane.’

          Pero benditos son sus ojos, porque ven; y sus oídos, porque oyen. Porque verdaderamente les digo, muchos profetas y hombres justos han deseado ver lo que ustedes ven, y no han visto; y oír lo que ustedes oyen, y no han oído” (Mateo 13:11-17).

          El apóstol Pablo escribió que Dios ha dado a conocer el secreto o misterio de Su plan a aquellos a quienes ha llamado, que tienen el Espíritu Santo de Dios, lo aman y le obedecen: “Habiéndonos predestinado por filiación para Sí mismo a través de Jesucristo, de acuerdo al buen placer de Su propia voluntad, para alabanza de la gloria de Su gracia, en donde nos ha hecho objetos de Su gracia en el Amado Hijo; en Quien tenemos redención a través de Su sangre, incluso la remisión de pecados, de acuerdo a las riquezas de Su gracia, la cual ha hecho abundar hacia nosotros en toda sabiduría e inteligencia; HABIÉNDONOS HECHO SABER EL MISTERIO DE SU PROPIA VOLUNTAD, de acuerdo a Su buen placer, el cual se propuso en Sí mismo; que en el plan divino para el cumplimiento de los tiempos, pudiera traer todas las cosas juntas en Cristo, ambas las cosas en los cielos y las cosas sobre la tierra” (Efesios 1:5-10).

          De hecho, Jesús reveló muchos de los misterios del Reino de Dios a Sus apóstoles y discípulos mientras les enseñaba personalmente. Y casi treinta años después de Su ascensión a la diestra del Padre, Jesús reveló aún más detalles a Sus apóstoles y profetas, como Pablo escribió además a los Efesios: “Por esta causa yo, Pablo, soy el prisionero de Cristo Jesús por ustedes gentiles, si ciertamente han escuchado del ministerio de la gracia de Dios que por ustedes me fue dado; cómo Él me hizo conocer por revelación el misterio (incluso como escribí brevemente antes, para que cuando lean esto, sean capaces de comprender mi entendimiento en el misterio de Cristo), el cual en otras generaciones no fue hecho conocido a los hijos de hombres, como ha sido ahora revelado a Sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu; que los gentiles podían ser coherederos, y un cuerpo conjunto, y copartícipes de Su promesa en Cristo a través del evangelio, del cual yo me convertí en un siervo de acuerdo al regalo de la gracia de Dios, la cual me fue dada a través del trabajo interno de Su poder. A mí, quien soy menos que el menor de todos los santos, me fue dada esta gracia, para que pudiera predicar el evangelio entre los gentiles—incluso las riquezas inescrutables de Cristo; y para que pudiera iluminar a todos en lo que es el compañerismo del misterio que ha sido escondido desde los siglos en Dios, Quien creó todas las cosas por Jesucristo” (Efesios 3:1-9).

          Todos los apóstoles y profetas de la Iglesia apostólica del Nuevo Testamento recibieron revelaciones divinas acerca de los misterios del Reino de Dios. El apóstol Pedro también escribe sobre esto: “Pedro, un apóstol de Jesucristo, a los extranjeros elegidos dispersos en Ponto, Galacia, Capadocia, Asia, y Bitinia; quienes han sido escogidos de acuerdo al conocimiento predeterminado de Dios el Padre, por la santificación a través del Espíritu, a la obediencia y aspersión de la sangre de Jesucristo: Gracia y paz sean multiplicadas a ustedes.

          “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Quien, de acuerdo a Su abundante misericordia, nos ha engendrado otra vez hacia una esperanza viva a través de la resurrección de Jesucristo de los muertos; hacia una herencia incorruptible y sin mancha e inmarcesible, reservada en el cielo para nosotros, quienes estamos siendo guardados por el poder de Dios a través de la fe, para la salvación que está lista a ser revelada en los últimos tiempos.Concerniente a tal salvación los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a ustedes han buscado diligentemente y preguntado atentamente, buscando en qué forma y qué manera de tiempo estaba indicando el Espíritu de Cristo el cual estaba en ellos, testificando de antemano de los sufrimientos de Cristo, y esas glorias que seguirían; a quienes fue esto revelado, no para sí mismos, sino que ellos estuvieron ministrando estas cosas para nosotros, las cuales ahora les han sido anunciadas por aquellos que les han predicado el evangelio por el Espíritu Santo, enviado desde el cielo—dentro de tales cosas los ángeles desean mirar” (I Pedro 1:1-5, 10-12).

          Aquellos que son considerados “sabios” en el mundo nunca entenderán porque ¡son del mundo y no de Dios! Rechazan a Dios y Su Palabra, como escribe Pablo: “Ciertamente, la ira de Dios es revelada desde el cielo sobre toda impiedad e injusticia de los hombres que suprimen la verdad en injusticia; porque eso que puede ser conocido de Dios es manifiesto entre ellos, porque Dios se los ha manifestado; porque las cosas invisibles de Él son percibidas desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que fueron hechas—Su eterno poder y Divinidad—de modo que no tienen excusa; porque cuando conocieron a Dios, no lo glorificaron como Dios, ni fueron agradecidos; sino se hicieron vanos en sus propios razonamientos, y sus tontos corazones fueron oscurecidos. Mientras profesaban a sí mismos ser los sabios, se hicieron tontos” (Romanos 1:18-22).

          Sin embargo, Dios prometió que en el tiempo del fin “los sabios entenderían”. Los “sabios” en este caso son aquellos a quienes Dios ha llamado—quienes también se arrepienten, son bautizados y reciben el Espíritu Santo de Dios. Son “los sabios” porque aman y obedecen a Dios.

          Fiel a las promesas de Cristo, a través de los años Dios ha revelado a su Iglesia más y más de Su plan a través de Sus fiestas ordenadas. Es por eso que publicamos el libro de 993 páginas titulado El plan de Dios para la humanidad revelado por Su Sábado y días santos. En este libro, las fiestas de Dios se explican con gran detalle a partir de las Escrituras, mostrando cómo se desarrolla el plan de Dios: pasado, presente y futuro. Puede leer este libro en nuestro sitio web.

          Otra clave para entender la profecía es esta: lo que Daniel comenzó como se encuentra en el libro de Daniel, el apóstol Juan lo terminó en el libro de Apocalipsis. En consecuencia, es imposible entender Daniel sin Apocalipsis o entender Apocalipsis sin Daniel. Van de la mano. Además, es necesario tener una buena comprensión del resto de la Biblia para captar el panorama general. Fieles a las promesas de Dios, si dividimos correctamente la Palabra de Verdad—línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí y un poquito allá—lo entenderemos. No porque seamos algo por nosotros mismos, sino debido a las promesas de Dios: “Un buen entendimiento tienen todos aquellos que [realmente] hacen Sus mandamientos” (Salmo 111:10).

          Puede estudiar nuestra serie de Daniel y Apocalipsis. Este es un estudio muy detallado de todas las profecías principales de Daniel y Apocalipsis. La serie es un excelente estudio complementario que acompaña al libro El plan de Dios para la humanidad revelado por Su Sábado y días santos.

          El Evangelio del Reino de Dios: Todo el plan de Dios se centra en que Dios establezca el Reino de Dios en la tierra cuando Jesucristo regrese. Todos aquellos en la primera resurrección a vida eterna reinarán con Él durante el reinado de mil años del Reino de Dios. Traeremos a toda la humanidad la paz y el amor de Dios, el gobierno justo de Dios con Cristo como Rey: “Y vi tronos; y a los que se sentaron sobre ellos, y juicio les fue dado; y vi las almas de aquellos que habían sido decapitados por el testimonio de Jesús, y por la Palabra de Dios, y aquellos que no adoraron a la bestia, o su imagen, y no recibieron la marca en sus frentes o en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.Esta es la primera resurrección. Bendito y santo es aquel que tiene parte en la primera resurrección; sobre este la segunda muerte no tiene poder. Sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años” (Apocalipsis 20:4-6).

          Después de ser resucitados de entre los muertos, o si todavía están vivos en la resurrección, todos los santos serán transformados. Entonces seremos seres espirituales—los hijos e hijas inmortales y eternos de Dios. Reinaremos en la tierra sobre las naciones: “Digno eres Tú de tomar el libro, y abrir sus sellos porque fuiste muerto, y nos redimiste para Dios con Tu propia sangre, de toda tribu e idioma y gente y nación, y nos hiciste a nuestro Dios reyes y sacerdotes; y reinaremos en la tierra.Y a aquel que venza, y guarde Mis obras hasta el fin, Yo le daré autoridad sobre las naciones; y él las pastoreará con vara de hierro, como las vasijas de cerámica son rotas en pedazos; como Yo también he recibido de Mi Padre” (Apocalipsis 5:9-10; 2:26-27).

          Los santos son la esperanza del mundo: Viviendo en los últimos días, podemos ver que es imposible que los hombres obtengan la paz y se gobiernen a sí mismos. Por eso Dios tiene Su plan de traer el Reino de Dios a la tierra cuando Jesús regrese. Porque somos parte clave del plan de Dios, destinados a reinar con Cristo, también somos la esperanza del mundo. De hecho, el mundo nos está esperando, como escribe Pablo: “Porque tantos como son guiados por el Espíritu de Dios, esos son los hijos de Dios. Ahora, ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud otra vez hacia temor, sino han recibido el Espíritu de filiación, por el cual gritamos, “Abba, Padre.”

          “El Espíritu mismo da testimonio conjuntamente con nuestro propio espíritu, testificando que somos hijos de Dios. Entonces si somos hijos, somos también herederos—verdaderamente, herederos de Dios y coherederos con Cristo—si ciertamente sufrimos junto con Él, para poder también ser glorificados junto con Él. Porque considero que los sufrimientos del tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que será revelada en nosotros.

          “Porque la más sincera expectativa de la creación misma está esperando la manifestación de los hijos de Dios; porque la creación fue sujeta a vanidad, no voluntariamente, sino por razón de Quien la sujetó en esperanza, para que la creación misma pudiera ser librada de la esclavitud de corrupción hacia la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación está gimiendo y con dolores de parto juntamente hasta ahora. Y no solo eso, sino que incluso nosotros mismos, quienes tenemos los primeros frutos del Espíritu, también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la filiación—la redención de nuestros cuerpos” (Romanos 8:14-23).

          Hermanos, mantengamos esta esperanza suprema de Dios en nuestros corazones y mentes al guardar los días santos y las fiestas de Dios—comenzando con la Pascua en abril. Tenemos GRAN ESPERANZA para nosotros mismos, y ¡somos parte de la ESPERANZA DEL MUNDO bajo Jesucristo nuestro Señor! Por eso debemos regocijarnos en el Sábado, los días santos y las fiestas de Dios.

          Hermanos, debemos acercarnos a Dios en oración sentida y en el estudio diario de la Palabra de Dios—para que podamos crecer en gracia y conocimiento y siempre ser vencedores. Diariamente damos gracias a Dios el Padre y a Jesucristo por la bondad y misericordia mostrada hacia nosotros. Les agradecemos personalmente por su continuo amor y fidelidad a Dios y a los demás. Les damos gracias por sus oraciones por nosotros y por todos los hermanos, y por su fidelidad en los diezmos y ofrendas. Oramos que Dios continúe bendiciéndolos y cuidándolos en toda manera. Continuamos orando por ustedes—por su salud, su sanidad y que el amor y gracia de Dios estén con ustedes en todas las circunstancias.

 

Con amor en Cristo Jesús,

 

Fred R. Coulter

 

FRC